No era ningún secreto, de hecho se había anunciado meses atrás, pero aprovechando la publicación de Actos de F.E. os cuento que yo también participo. Pese a ser una antología de relatos, mi papel aquí es el de realizar el epílogo, también conocido como postfacio —para los más cultos—.
Mi política actual de nunca decir que no a los proyectos de las editoriales independientes y de ayudarles en todo lo que esté en mi mano hizo que me embarcase sin dudarlo cuando me lo propusieron. Y no fue fácil, ya que se trata de una colección que, sin mi texto, ya contaba con un prólogo, un poema y 20 relatos. Todo en un total de casi 600 páginas que me tenía que leer lo antes posible porque hasta que yo no terminase no podía ir a imprenta. Casi nada.
Pero me puse las pilas y en cuestión de un par de semanas ya tenía listo el epílogo, que tampoco es demasiado extenso para no hacer del libro un ladrillo. Solo son cuatro pinceladas, ya que lo importante es el contenido, lo que viene antes.
De qué va Actos de F.E.
La antología cuenta con los ya mencionados 21 autores. Once fueron invitados y otros diez se seleccionaron mediante concurso. La condición que destacaba en la convocatoria era la temática, ya que debían ser obras futuristas de ficción especulativa —de ahí lo de F.E., no es que a los de Cerbero se les haya ido la olla— que tratasen el problema de la falta de comida y sus soluciones. Por lo tanto, con este libro se intenta de dar un enfoque positivo a una problemática que, por otro lado, es muy real y cada vez la tenemos más cerca.
Este carácter positivo me encantó desde el principio, y eso que todavía no había visto qué tenían preparados los autores. Me sorprendió comprobar la cantidad tan enorme de soluciones distintas que estos proponían. Jamás me hubiera imaginado en un principio que una temática tan definida y que, por ello, encorsetaba tanto, diera lugar a unas historias tan diversas e imaginativas. Esto se lo debemos sin duda a las coordinadoras, las experimentadas y siempre geniales Cristina Jurado y Felicidad Martínez, quienes han hecho un fabuloso trabajo.
También me ha parecido muy interesante la selección de plumas. Hay varios veteranos, pero sobre todo destaca una mayoría de nuevas voces que tienen mucho que decir. Destaco a personas que sigo y a quienes considero amigas como Miriam Beizana o Laura S. Maquilón.
Otro punto destacable de Actos de F.E. es lo equilibrado que ha quedado el conjunto. En libros de relatos, especialmente aquellos de distintos autores, suele haber grandes altibajos, cosa que aquí no ocurre. Hay diferencias, por supuesto, pero la línea se mantiene estable, y aquellos que destacan lo hacen por arriba y no al contrario. Y ya puestos, dejo aquí mi top 5 ordenado por riguroso orden de aparición:
- «Semillas bajo el asfalto», de Arantxa Rochet.
- «Hambres», de Eduardo Vaquerizo.
- «La inversa no es cierta», de Juanma Santiago.
- «Soberanos», de Manuel Moledo.
- «Quién mató a Sterling Red», de Virginia Buedo.
Temática necesaria
No quiero dejar de hablar de este libro sin resaltar el mensaje que, en su mayor parte, dejan los autores. Y este es: «bueno, nos hemos encargado de joder el planeta a base de bien, pero hay esperanza después de todo». Me parece algo a tener en cuenta, ya que a menudo se usa la ficción especulativa para descargar la frustración y la negatividad. Y no, joder, no tiene por qué ser siempre así.
Y he dejado para el final lo que me parece más importante, y eso es lo necesario de que existan obras como esta que le dan relevancia a algo tan serio como el cambio climático, sus causas y sus consecuencias. Necesitamos concienciar sobre esto porque hay que actuar ya. Es difícil mientras las personas más poderosas del mundo son también las más despreciables, pero tenemos que hacer algo. De modo que sí, que es un acierto y que ojalá haya más Actos de F.E. en el futuro hasta que no sea TAN necesario.
En fin, espero que leáis la colección y os guste. Y si queréis haceros con un ejemplar, pasaos por la web de la editorial.
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