De todos los proyectos en los que ando metido, la organización de los Premios Guillermo de Baskerville es el que más me llena. Me quita una gran cantidad de tiempo y energía durante 3 meses del año —un poco más, quizá—, pero la satisfacción que me da a cambio no hay nada en este mundo que la pueda cuantificar.
Y este año tengo la prueba incontestable de ello. Me explico. En la categoría de libro de relatos tuvimos algunos problemas a la hora de elegir a los nominados. Los miembros del equipo de Libros Prohibidos funcionamos por las valoraciones individuales que le damos a los libros, y si estos son leídos por más de uno, pues hay lugar a un debate —nada dramático—.
Con los libros de relatos este año no había lugar al debate, y varios de ellos estaban virtualmente empatados. Llegó el momento de tomar una decisión y optamos por darle la oportunidad al único libro escrito por un solo autor. Autora en este caso: Jaulas de aire, de Arantxa Rochet.
Decidimos nominarla aún sabiendo que no tenía una nota individual superior a otro de los candidatos. ¿Sabéis por qué? Porque quisimos valorar el hecho de que no fuera una antología. Quisimos premiar el hecho de que todo el texto saliera de una misma pluma y no fuera una selección con lo mejor de varios autores.
Esta nominación, por lo tanto, ya era un premio en sí mismo. Según la lógica, no tenía mucho que hacer frente a dos antologías coordinadas y seleccionadas con el fin expreso de causar sensación. De modo que desde el primer momento su papel ya estaba hecho y su destino marcado. Cuál fue nuestra sorpresa cuando, mediante iban llegando las notas de los miembros del jurado, veíamos que Jaulas de aire no solo aguantaba el tirón, sino que era la predilecta.
Nos tuvo en vilo hasta el final y, con las dos últimas valoraciones, resultó la ganadora. Vamos, que una obra que entró entre los finalistas por romanticismo —además de por su calidad, obviamente—, pudo conquistar a quienes la tenían que valorar. Pues sí. Y por eso mismo creo que Jaulas de aire, y su autora, son las verdaderas ganadoras de esta edición de los Premios Guillermo de Baskerville. La —en principio— tortuga que vuelve a derrotar a la —también en principio— liebre. Y yo que me alegro.
También de esta edición tengo que destacar el papel del libro ganador en la categoría de novela: Ojos verdes, negra sombra, de Javier Quevedo Puchal. Ha sido la primera vez que un mismo libro gana por absoluta unanimidad en los votos de todos los miembros del jurado. Se ha llevado las mejores valoraciones, y tanto que ha sido así: ha batido el récord de los Premios Guillermo de Baskerville con la aplastante media de 9,16. Una burrada que la manda directamente a mi lista de pendientes. Y también debería ir a la tuya, que estás leyendo esto.
Para finalizar, otra obra que debería estar en todas las listas de lecturas pendientes o entre los libros favoritos de 2018. Se trata de la ganadora del Premio Guillermo de Baskerville en la categoría de novela corta: UNO, de Nieves Delgado. Nieves Delgado ya estuvo a punto de ganar el año pasado en la misma categoría con 36, pero se quedó a unas décimas. En esta ocasión, aunque también estaba compitiendo contra obras de gran valor —algunas de ellas premiadas en otros certámenes, incluso—, logró alzarse campeona. Y con otra burrada de puntuación media: 8,58.
Las tres ganadoras, así como las finalistas, son grandes obras merecedoras de ser leídas. Yo ya lo he hecho con la mayoría de ellas y voy a hacer lo mismo con el resto. Os invito a imitarme.
¡Y viva la literatura independiente, claro que sí!
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