Ha llegado el once de abril de 2017, lo que significa que hoy sale a la venta, por fin, La Armadura de la Luz, mi segunda novela. Creo que con esta obra he cumplido con todos los lugares comunes de larga espera, paciencia infinita, trabajo y más trabajo, recogida de frutos, etc. No en vano, la primera piedra de este libro la puse en 2002. Ha llovido. Esto, además de hacerme descansar, me deja sensación de alivio, de meta alcanzada. Meta volante, claro.
Hace unos días (pocos) anuncié que ya se podía disponer de La Armadura de la Luz en Goodreads. Ahí hacía pública la sinopsis oficial, no una versión acortada que he visto circular por ahí sin demasiado control. Como hoy sale a la calle mi segunda criatura y no sé si celebrarlo o meterme debajo de una piedra, voy a compartir con vosotros su primera frase. Dice así:
“Cuentan las estrellas que, cuando el mundo era aún joven y la magia de la creación fluía libre por la profundidad de los océanos, nació Abinnayar, la primera ballena”.
Y como tengo una mujer que, además de no merecérmela, es una artista en potencia, también publico aquí esta bella foto que ella tiró hace unos días para adornar la ocasión.
Hoy sale La Armadura de la Luz y yo no sé qué cara poner. Llevo meses preparando este momento, e incluso una parte de mi trabajo es aconsejar a autores a lidiar con situaciones de este tipo. Y ahora se me viene el mundo encima. Bueno, también es posible que sea cosa del momento y que esté exagerando un poco.
Como diría cierto general romano, la suerte está echada. Mi parte está hecha. Solo queda esperar a que los lectores tengan a bien comentar sus impresiones, lo que reabre mi turno de larga espera, paciencia infinita, etc. Es el sino de todo escritor, al parecer. En fin.
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